Coordinador bullying: la solución de los colegios contra el acoso escolar
El 47,8% de los casos de acoso escolar se quedaron sin resolver el año pasado y, según los datos de la UNESCO, uno de cada tres alumnos es intimidado por sus compañeros. La situación es ya tan insostenible que el próximo curso el Gobierno ha decretado que todos los centros educativos, ya sean públicos, privados o concertados, deberán contar con un coordinador de bienestar y protección, que será la figura de referencia en los centros a la que los niños podrán acudir en caso de que sean víctimas de violencia, desde el bullying al abuso o maltrato.
El panorama es del todo desolador, ya que los números de acoso escolar continúan creciendo: solo entre marzo de 2020 y marzo de 2021 se denunciaron 6.229 casos de bullying, un 22% más que en el periodo anterior, tal y como indica el Informe del Observatorio para España de la ONG Bullying sin Fronteras. Sin embargo, parece que se ve un rayo de luz en las nuevas generaciones, ya que cada vez son más conscientes del serio problema que puede acarrear el acoso sobre las víctimas o familiares de estas. Un 96,4% de los estudiantes afirma que no lo haría en caso de darse cuenta y un 21,8% reconoce haber podido participar en un caso concreto de bullying, pero sin ser consciente de ello, según el informe de la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, que recoge la opinión de 10.901 estudiantes y 491 docentes entre enero de 2020 y junio de 2021.
Aunque la pandemia de la Covid-19 obligó a abandonar las escuelas, los institutos y las universidades de forma presencial, aumentó el uso de las redes sociales y, con esto, se descubrió un canal idóneo para poder seguir haciendo bullying a compañeros desde la distancia. A pesar de que el acoso escolar en España haya caído, el ciberbullying ha aumentado y, además, ahora las agresiones son en grupo. Estas son las principales conclusiones que se han obtenido de la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña.
Es una asignatura pendiente que tiene la sociedad, y es por ello por lo que la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, señalaba que "mejorar la convivencia en nuestras escuelas es un objetivo de todos. Nuestros escolares tienen que acudir a clase en un entorno seguro, donde sean felices". Los alumnos que sufren este tipo de violencia presentan peores resultados académicos, son más propensos a sufrir ansiedad, depresión y soledad, e incluso pueden plantearse el suicidio, tal y como alerta el organismo de Naciones Unidas. Esta institución también trabaja en la prevención, detección y apoyo a las víctimas de acoso y violencia y en el impulso de las políticas educativas innovadoras para combinar la visión entre centros de aprendizaje y centros de convivencia; la participación de la Comunidad Educativa en la escuela como modelo de convivencia pacífica o la formación del profesorado, alumnado y familias en relación con la convivencia.
El Ministerio de Derechos Sociales de Ione Belarra y las comunidades autónomas han llegado a la conclusión de introducir en los colegios a este nuevo profesional, conocido como "coordinador bullying". Así aparece recogido en la Propuesta de acuerdo sobre el plan de implementación de la Ley orgánica de Protección a la infancia y a la adolescencia frente a la violencia. Ione Belarra se refería a esta nueva medida como "Una tarea urgente" que "no puede esperar más y por eso queremos que en el próximo curso haya un coordinador de bienestar infantil en cada centro educativo". En el ámbito deportivo y de ocio también será obligatorio que exista un "delegado de protección".
La figura del coordinador de bullying será la responsable de actuar ante casos sospechosos y de velar porque se cumplan los protocolos contra cualquier forma de violencia contra la infancia. Entre sus tareas principales estará la de promover planes de formación sobre prevención, detección precoz y protección de los menores, tanto para el personal como para los propios estudiantes. La importancia de esta personalidad radica en que se le da un espacio propio a la prevención del acoso y la violencia en todas sus formas dentro del ámbito escolar.
En un principio, no se establecen unos requisitos específicos para el perfil de este profesional, pero sí que prima que sean docentes con destino definitivo en el centro y con una formación previa en materia de igualdad, convivencia, medicación y resolución de conflictos. La Dra Antonia Martí Aras, Directora del Máster de Acoso Escolar y Mediación de VIU, apunta que el rol de este profesional "debe estar centrado en la prevención e intervención ante cualquier situación que vaya en contra de la normal convivencia del centro".
El programa también contempla que, en el segundo cuatrimestre de 2022, la Conferencia Sectorial acordará las directrices y pautas generales del currículum de contenido formativo básico que contribuyan a la elaboración y desarrollo de la formación especializada, en materia de derechos fundamentales de la infancia, destinada a los profesionales cuya actividad requiera estar en contacto habitual con menores.
Soluciones
Son muchas las asociaciones que día a día luchan para que estas prácticas se reduzcan. Desde ACANAE (Asociación Canaria No Al Acoso Escolar) defienden que la mejor solución al acoso escolar es recurriendo a adultos, porque son quienes disponen de las herramientas necesarias para solventar estos conflictos repetidos en el tiempo. De hecho, en el informe de ANAR y Mutua Madrileña se señala que el 31,5% de los casos se solventaron avisando a los profesores y un 10,9% alertando a las familias. Asimismo, un 17% asegura que el centro escolar no hizo nada para paliar situaciones de acoso. En este sentido, la formación del profesorado es una parte fundamental para muchas asociaciones. NACE (Asociación No Al Acoso Escolar) reclaman formar a los profesores para detectar y prevenir posibles casos.
Regla de las 4Cs
La detección de estos casos es más sencilla con esta regla: cambios, campanas, cuerpo y costumbres. En primer lugar con los cambios, es decir, ahora pasan cosas que antes no pasaban; "hacer campanas" es no querer ir al colegio y presentar el síndrome del "domingo por la tarde". Por otra parte, el cuerpo no miente, el niño se encoge y quiere pasar desapercibido. Por último se observa un cambio en sus costumbres del día a día
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